DEJEN DE DAR MENCIONES DE HONOR. Por: Rodrigo Urquiola Flores*

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Desde 2010 que no se daban menciones de honor en el Premio Nacional de Novela. Ese año recayó en mi novela Lluvia de piedra. Pensé que habían dejado esa inútil costumbre.
Una vez intenté cambiar el diplomita que te dan por ser mención por unas diez marraquetas en la tienda de la esquina y casi llaman al 110.
Ah, también te dan un abrazo, creo. Y ya sabemos qué pasa con los abrazos, son tristemente fugaces. Y los abrazos que te dan por ser mención no son de esos que se te estampan en el alma.
Si van a dar menciones, pónganle efectivo, muchachos. No creo que quiebre ningún presupuesto gubernamental. Acéptenlo, los diplomitas no sirven para nada.
Si van a dar menciones sin un premio en efectivo, consulten con el autor para saber si la acepta. Al mencionar el nombre de la novela y el nombre del autor queman la oportunidad de ganar un premio de verdad o de reescribirla y volver a participar en un próximo Premio Nacional.
Aunque no parezca, los escritores comemos, no todo es cerveza en la vida.
Una vez me contaron que El sonido de la muralla estaba a punto de recibir una mención de honor porque era la segunda novela y bla bla, pero por fortuna no hicieron el «honor» y pude mandarla al Quiroga Santa Cruz y ganar unos mangos, que luego se duplicaron a nivel internacional.
Honor, palabra difícil, ¿no? ¿Habrá quien concursa por tener sobre sí la sombra de ella?
Vivir del oficio de escritor, idea más difícil todavía.
(*) Escritor
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